La definición más sencilla de la enfermedad de Crohn es decir que se trata de un trastorno inflamatorio crónico transmural (transmural por afectar a ambas caras de la pared intestinal). Por lo tanto el síntoma más inmediato que se puede esperar es el desarrollo de una inflamación intestinal que en este caso puede extenderse a lo largo del sistema digestivo desde la boca hasta el ano.

Sin embargo, lo más habitual es que se concentre en una zona específica entre el intestino delgado y el grueso. Esta inflamación en la enfermedad de Crohn es particularmente grave cuando obstruye el tránsito y altera completamente la función intestinal con posibles consecuencias mortales en horas.

Este comportamiento inflamatorio suele ir acompañado con efectos estenosantes y fistulizantes. Estenosante quiere decir que aumenta el tamaño de las paredes disminuyendo en la misma medida la luz de un conducto. El efecto fistulizante quiere decir que se abren en el tracto fístulas con todas las implicaciones sépticas derivadas.

En muchos casos se comparte síntomas con la colitis ulcerosa con la que se confunde en muchos casos la enfermedad de Crohn. La presencia constante de inflamación en la enfermedad de Crohn determina lo fundamental del tratamiento y la gravedad de cada brote.

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¿En qué consiste el tratamiento antiinflamatorio de la EC?

El tratamiento antiinflamatorio de la enfermedad de Crohn no es único. Se trata de una afección que comprende un abanico muy amplio de circunstancias que la acompañan y que deben atenderse.

Se distingue en primer lugar la edad del diagnóstico en la que se diferencian tres tramos. El primero sería el comprendido desde el nacimiento hasta los 16 años, el segundo el comprendido entre los 17 y los 40 años, y el último el comprendido a partir de esta edad.

La localización es otra importante característica que se tiene en cuenta en el tratamiento. Si la inflamación en la enfermedad de Crohn se sitúa en el íleon terminal, en el íleocolon, en el colon o en zonas del tracto superior a estas últimas. En cada una de ellas el antinflamatorio empleado va a tener una función específica con efectos y consecuencias distintas.

Por último la importancia que tenga en el brote el efecto estenosante y fistulizante (incluyendo en la clasificación las zonas donde éstas se producen) han de tenerse asimismo en cuenta.

Es decir, se exigen toda una batería de pruebas clínicas que determinen con precisión el alcance de estos datos diagnósticos para un tratamiento eficaz.

Entre los síntomas más claros de una enfermedad de Crohn que expresan la inflación que las causa está el dolor de abdomen (tipo cólico en el cuadrante inferior derecho del abdomen), la diarrea y un decaimiento general que en los niños supone muchas veces un bajo peso y retraso de crecimiento.

El dolor agudo de abdomen es en la mayoría de los casos lo que lleva al paciente a los servicios médicos de urgencias y el cuadro inflamatorio puede ser estudiado bien. Es muy normal que el proceso inflamatorio sea discontinuo y que se alternen con zonas afectadas por otros trastornos distintos de la inflamación como las zonas ulcerosas, las fistulas y engrosamientos atípicos de la pared intestinal.

En el tratamiento médico se tienen en cuenta todas estas circunstancias para favorecer el pronóstico y aliviar las consecuencias para el paciente. Se pueden clasificar en tres grupos dentro de cada uno existen múltiples opciones adaptadas a cada caso.

Los aminosalicilatos actúan sobre el mecanismo metabólico para inhibir la producción de leucotrieno B4 y su actuación es importante en las zonas del colon y parcialmente en el íleon terminal. Se trata de un grupo muy amplio de medicamentos que incluyen también diversas formas de aplicación, en este  caso se incluyen supositorios, enemas y espumas.

Los corticoesteroides son los primeros medicamentos que fueron utilizados para tratar la enfermedad de Crohn. Son sistémicos es decir actúan sobre todo el organismo por lo que  su uso debe ser proporcionado y medido, La falta de especificidad local hace que los efectos sean muy diferentes en cada caso pero siempre es un tratamiento de referencia.

Los antibióticos actúan sobre las células vivas que se sitúan en la cara interna del intestino. La limitación y control de su presencia favorece la disminución de la inflamación localizada en la mucosa. Los efectos fistulizantes de la enfermedad son de este modo neutralizados o atenuados con una eficacia bastante alta.

Existen otros grupos de fármacos mucho más específicos. Son generalmente productos que inhiben algún proceso metabólico con el fin de interrumpir a nivel bioquímico un efecto indeseable. Lógicamente suelen ser mucho más específicos para el tipo de enfermedad de Crohn que se trate y las condiciones médicas del paciente.

El tratamiento de las inflamaciones puede ser eficaz y rápido o puede prolongarse por espacios de tiempo amplios. Siempre es importante evaluar la eficacia en cada caso concreto para mediante modificaciones hacerse con la solución que de un resultado satisfactorio al paciente.